lunes, enero 30, 2006

UNA TARDE DE CHOCOLATE

El dulce aroma se disipó, lento, pasmoso, en la pieza.
Ritualmente compartimos un chocolate.
las tres velas ahora dimensionaran los cuerpos de los amantes.
Impregno todo de mi, allagando los muros, impregno todo de mi.

Ahora tu personaje es una mesa; yo hago las veces de vianda.
suelo quejarme generalmente por las frases comunes, pero ¡hélices! somos una Reiteración amontillada, ¿Qué haremos ante ese hecho irrefutable?

La ritmiquidad de los amantes pocas ocaciones suele dispensar un síncope. Soy jarabe y tú a veces Son.

El tiempo se apelmaza en ese solo acto, pulgar e índice detienen el chocolate, mis ojos bajan hasta la confitura, los tuyos apenas suben por mi antebrazo.

El espacio entero llega hasta la Regularidad, los factores, las variables... se escinden unos; las otras se funden.

El desprendimiento de la golosina engrilla mis engranes mentales, algo se desprenderá y llegará hasta nuestras bocas y después de la ingesta comprenderé nos desplazamos ligados con religiosidad.

Cada hora con su guadaña al hombro vendrá a reclamarnos un fragmento de nosotros.
He estado ausente de mi, mas no de ti.

Sin embargo, cobijado por las sombras, me acompaño del frio de la madrugada; me alejo de ti por callejuelas inextricables, no sea que tu amante se descubra usurpado.
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