jueves, marzo 02, 2006

PERROS SIN BRIDA

—Una jauría de perros, eso es lo que la gente lleva por dentro, un montón de ellos, todos coléricos e iracundos: rojos, cafés, verdes, negros, azules... A veces, —Continúa diciendo mi amigo Abel —el perro azul y el negro hacen un pacto, acuerdan aniquilar a los demás.

Esas jaurías rabiosas terminan alimentándose del sujeto, generalmente eso sucede, antes que devorar al otro. Un par de onzas transcurren, el licor nos obliga a echar espuma por la boca.

—¡Pero Miguel! Dime qué harías sin esa oquedad, dime qué haría el ser humano sin esa vacuidad... creo que ni en Dios encontraríamos esa plenitud, ni en Él mismo.

Pues si el hombre hiciere...

Me he privado de la continuación de su panacea espiritual, me pareció demasiado infame pedirle que repitiera su excelsa disquisición. Las injurias y chillidos de los embravecidos canes, no me permitieron prestar atención.
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