jueves, septiembre 28, 2006

KERUBES

Las sábanas fueron
prisiones no iluminables
Lejía que sonroja y arde.

¡oh nuestras carnes monódromas!

tanto gozo atormenta,
es entonces cuando tomamos conciencia
nunca hemos abandonado la infancia.

¡oh nuestras carnes monódromas!

Un pequeño bate su tambor.
Punible! Punible!
Pasmoso golpea la membrana.

¡oh nuestras carnes monódromas!

la mujer gelicobijada, albicubierta pare:
un indómito niño kiere una toalla, (el lenguaje brota)
una toalla, una toalla, Valiente Dios, era el infante.

¡oh nuestras carnes monódromas!

Yo no he podido engendrarte,
aunque mis extremidades ofreciere en pago.
De ser posible, de ser aceptadas...

¡oh nuestras carnes monódromas!

En lo lontano surcan igneas carrozas el eter;
inflamados niveos querubines el mar.

REDES

Dame esas redes,
Las llevaré en mi espalda.
Los dedos se fatigan tramando nudos.
Descansa, mujer, un poco.
En mi saco quedan mendrugos de sonrisa y abrazos, almorcemos.
Descansa y guarda silencio, esperaremos que el mar murmure sus deseos.
Las maderas lloronas, es hora de las maderas y sus llantos,
maderas viejas, maderas astilladas en agua y sal.
Dame ya esas redes; quiero llevarlas:
tengo la tarde más ancha, y la espalda llena de bucles.
Ayustémonos, Bita.
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